-. Catedral Abandonada .-

Tema: -. Catedral Abandonada .- Dom Mar 15, 2009 3:47 am

Acto I:
" Una Rosa Negra entre las sombras. "

Spoiler:

** Alguna vez, se rumoró en la historia, entre los sabios y entre las sombras mismas, que un lacónico rey desterrado, con su cuerpo magullado y con su sangre embadurnando lo níveo de su piel, divagando entre un mar de lágrimas; aquellas que se entre mezclaban con lo carmesí de su liquido vitalicio y desfiguraban sus envejecidos rasgos, tambaleante arrastraba sus pasos en medio de la oscuridad guiado por una melodía en particular. Alguna vez, se rumoró en la historia, entre los sabios y entre las sombras mismas, que un rey moribundo llegó a un lugar inexistente, tal vez creado por su insana imaginación, donde un bello ángel se encontraba tocando la ocarina con sus negras alas tensadas hacia los cielos y sus largos cabellos color plata siendo violados por el viento.

El ángel al verlo, interrumpió su tonada y guardando su instrumento se encamino hacia el moribundo, tomándolo entre sus brazos, le cobijo con sus alas y le susurró al oído mil y un versos de vehemente sentido. Le habló del hombre y de su crueldad; le habló de la lujuria y del placer; le habló de los santos y de los caídos; le habló de la oscuridad y de la luz; y por último le habló del amor y del dolor, sumiendo a su atento oyente en un placido sueño cada vez más y más profundo, como si las palabras de la alada entidad lo sedujeran hasta tal punto que todo su cuerpo se rindiera ante Él, calmándole.

Fría era la oscuridad que acongoja lo más recóndito de un lugar entre la espesura del gran e imponente bosque; un espacio consumido por el tiempo, donde el cuerpo del rey se encontraba sobre un tapiz de pétalos negros, con sus heridas abiertas pero sin sangrar, el cual, al despertar de su sueño, miró a su derredor en busca de su compañero angelical percatándose de su ausencia. El tiempo pasó y las heridas sanaron; los años pasaron y aquel rey construyó un pequeño templo para esperar a su ángel de alas negras y agradecerle, pero este nunca regresó; los siglos pasaron y este recinto fue reformado hasta volverse una gran estructura con matices góticos y barrocos oculta en lo más profundo de la espesura; sacro aposento usado por monjes y religiosos para sus cultos, pero que al final fue olvidado y abandonado, dejándolo bajo el poder de las sombras, aquellos entes taciturnos que divagan entre el dolor y la melancolía en busca de refugio entre sus gruesas paredes; entre sus santos trizados de miradas acusadoras; entre la gran cruz y su crucificado; entre el silencio mismo.

Allí, donde el temor impera y el silencio le hace el amor a la penumbra, se percibe un perfume hastiánte; una esencia relajante y seductora, el hedor de la demostración fiel de la muerte y lo sublime de ella; un aroma único, el de rosas negras, al unísono que se logra admirar a un ser alumbrado tenuemente por la flama amarillenta de una vela blanca apunto de consumirse por completo, que sostiene entre sus manos cubiertas por finos guantes negros un libro empolvado y cargado de conocimientos paganos y de poesías eróticas lo cual le abstrae y le llena de regocijo en aquella noche sin Luna, abrazado por la oscuridad, y, teniendo la imagen del cordero de dios a su espalda, sólo se distingue lo carnoso y provocativo de sus labios teñidos con brillante labial negro y su mentón afilado y femenino, mientras el resto de su cuerpo, se confabula con la ausencia de luz, para mantener entre un mar denso de enigmas y expectativas su estructura corporal, aquella que le caracteriza y le enorgullece. **

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Los pasos de la dama hacían gritar de dolor a las viejas hojas resecas que por el ciclo natural de la vida habían ya caído de su cuna de madera, y tras pisarlas sin odio, casi como si las necesitara, llevaba consigo sus restos con ayuda de la extensa tela blanca que arrastraba por detrás. Caminaba sin rumbo, caminaba con un propósito, caminaba y sólo eso parecía ser el propósito de su vida; a causa de ello, aquella extensión de tela se revolcaba con el lodo y miraba con odio a esos pies cayosos por ensuciar su pulcra imagen.

Llevaba en su regazo una cruz de madera quemada, enredada, a propósito, con cables de espinas que, sin sentir culpa, gozaban de ducharse en sangre dulce como lo era la de la mendiga. La mujer se detuvo un instante: pareció presenciar la Gloria; abrazó con júbilo su cruz, su castigo, el recuerdo constante de su pecado, y las heridas cicatrizadas volvieron a abrir sus compuertas y a dejar libre a la sangre de su pecho y sus brazos para que recorra y ensucie el blanco vestido de encajes celestiales que llevaba vistiendo. No le importó que la misteriosa, inmesa y hermosa catedral la viera así: desgastada, esquelética, pálida, sucia, con arapos encima, con el cabello negro casi gris, es decir, con un aspecto que rozaba la inmunidad de la avaricia humana...

Sus manos querían con locura tocar, siquiera por un efímero momento, aquella divina estructura de retoques barrocos y góticos: sin embargo, ya no podía avanzar: sus pies se arrastraban dificultosamente, no querían despegarse del suelo pantanoso, querían ser parte de él... Entrecerró los ojos, aquellos grandes ojos poseedores de unas iris encantadoramente infernales, con fin de no llorar de rabia, envidia, odio, tristeza... no sabía qué sentimiento... Continuó avanzando y a unos metros de la imponente construcción cayó con el brazo, la mano y los dedos derechos estirados hacia el portón, sosteniendo con los opuestos a la cruz sometedora... Lloró, sin duda; lloró, gruñó, sollozó y volvió a gruñir... No había logrado concretar su propósito una vez más y para empeorar su situación, su ilusión, la catedral, la veía con el delineador negro resbalando apresuradamente por su rostro para perderse en la oscuridad del suelo; la veía en una posición fetal vergonzosa, esperando ser consolada por quien la observaba.

- Ayuda... - Logró susurrar al viento con gran dificultad, con los labios incoloros y con el orgullo más lastimado que el cuerpo. Se apropió más y sin razón de la espinosa cruz, juntando los párpados... El dolor le estaba ganando la guerra en la cual... ella creyose victoriosa.

Tema: Re: -. Catedral Abandonada .- Miér Mar 18, 2009 3:46 pm

**Otros pasos oprimían esas hojas secas, esas hojas que antes la joven que yacía en el piso, hacía crujir de dolor y rabía al ser pisadas por sus pies desnudos, ella que ahora parece ser una de esas hijas desterradas de Eva...¿Por qué?...¿Por qué el llanto?...¿Acaso es tan necesario tocar una piedra y llenarse de ello?...¿Por qué ese llanto lleno de envidia, de rabia y de quién sabe que más!?...No lo sabía, son cosas tan ilógicas como los ángeles sin sentimientos, tan lejanos, dejados en las alturas que hacen que los ojos de cualquiera que los vea quieran subir, despojando de tal derecho divino, como lo es la visión, al cuerpo donde reciden...tan ilógicas como el hecho de que un pie gigante hiciera pagar a la joven la regla de tres por ella haber pisado de tal forma a las decrépitas hojas secas, oprimiendola de la misma forma que lo hizo con las últimas...El pensar de esa forma hace daño y los pasos que oprimían los despojos de los árboles titubearon, talvés su ejecutor podía recibir el magno castigo de la madre Natura; delirios de locura de una mente ancestral que por el simple hecho de ver a la "condenada" hechada en el suelo, intentando salir del delirio, fué al tiempo donde era su estrella la que se lamentaba.

Lo escuchó...Escuchó cuando la persona dejaba al viento el mensaje de su derrota, escuchó como proclamaba la victoria de ese dolor y además escuchó como pedía la salvación final, todo en una sola palabra..."Ayuda". En efecto, esos pasos ajenos continuaban corrompiendo la virginidad ya rota de las hojas, y una larga, larguísima capa negra imitaba la senda dejada por la cola del vestido blanco y de pronto, el mismo viento que hacía siglos violaba los cabellos del ángel el el lugar, el ente que protegió al Rey creador de las bases de la majestuosa construcción, hizo lo propio con los cabellos de ébano de la figura que se aproximaba a paso lento, delicado y armonioso, tanto que al oido humano podría parecer obra de una percusión celestial, y es que, ese taconeo sutil propiciado por los zapatillas de cuero negro, hace cognotar una música inocente pero sin matiz alguno. No sólo es el simil del viento el que acerca al momento donde el Rey se encuentra con el ángel, es también la tonada, que apesar de no ser efectuada por instrumento alguno, existe, la maravillosa estancia, el herido y el ángel que viene a susurrarle versos existenciales...aunque...¿Puede ser un ángel el que se aproxima?...¿Pueden ser esos ojos de un color carmesí tan intenso los de un ángel y esa piel tan pálida que resalta entre tanta negrura, la de un Serafín? La respuesta es simplemente clara, un no rotundo, más no definitivo

La silueta del hombre atraviado en las telas negras, bastante finas, llegó a unos pasos cercanos al cuerpo de la joven tendido en el suelo y la capa que estaba al raz de éste mientras su portador caminaba, se elevó de manera muy sublime por el pasar del mismo viento de antes. Tanto la siniestra como la diestra del caballero, estaban recubiertas por un par de guantes negros y la izquierda, sostiene con firmeza un bastón de caoba con la empuñadura de oro blanco que esbozaba el busto de un ágila imperial, claro, cosa que apenas se puede percibir por la mano posada sobre ella. Con una mirada por demás empírica, tan poderosa, siniestra y profunda como el fuego del infierno, el caballero se mantuvo ahí, observando a la mujer, en un silencio casi sepulcral**

Acto II:
" Una bella flor y el Caminante Nocturno. "

** Alejando el rostro de aquella calida vela e internándose en la penumbra fría e intensa, escucha aquella única y débil palabra, la cual reverbera en aquel empolvado lugar excitando las gimientes sombras que van y vienen en medio de un danzar melancólico, mofándose de vez en vez de las estatuas santificadas del sacro aposento. Era extraño, que alguien rondara por aquellos parajes desolados; era extraño, que alguien le visitase, y más a tan altas horas de la noche; una noche sin regente, una noche desprovista, cual martirio, del divino manto platinado de la Diosa Lunar, los segundos voraces no tardaron en proseguir su cotidiano ritmo mientras aquel enigmático y sombrío individuo sin más y en completo silencio, se acercó donde yacía el cuerpo de la doliente dama y el caballero recién llegado; individuo, que le llamó la atención casi de inmediato, por su esencia, por su olor, aquel que se entremezclaba con el suyo propio imperante en todo aquel recinto sagrado.**

“ Tal parece que la desgracia, ha recaído en tan bella flor
- Suscita a lo bajo aún alejado de la pareja e inmerso en un sobrenatural manto de oscuridad. -
; una bella flor, que gracias a su liquido carmín son resaltados sus pétalos, ¡Oh!, mal aventurada damisela. ”
–Al culmino de sus vocablos cargados dulzura, erotismo y seducción, se inclina ante ellos para envolver con sus brazos el cuerpo de la mujer con suma delicadeza, como si de frágil porcelana se tratase aferrándola a su suave regazo. Por unos momentos, sintió como su ser entero se abstrajo por completo de la realidad que vivía, al denotar la hermosura de aquella señorita y lo provocativo y sugerente de aquella escena, donde la sangre era el centro de atención visual, digno de retratar; digno de convertirlo en prosa Thanática. Volviendo en sí al morder con fuerza su labio inferior con dejos de deseos, se dispuso a erguirse con suma elegancia no sin antes desviar su mirada hacia el sublime varón a su frente, para luego dirigir sus pasos en silencio hacia una las bancas alargadas de maltrecha madera justo al pié del altar donde la flama en la vela aún vivía, y la recostó sobre esta, procurando darle la mayor comodidad posible para su debido descanso. -

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Su cruel destino pareció ser, por un momento, el de la muerte... Para la desgracia de Lucifer, un ángel más bello le arrancó de sus manos el alma de la muchacha moribunda, de cuerpo espinado y ensangrentado.

Al ser elevada, su cuerpo se arqueó como el cadáver de una blanca paloma y su cabello simuló a las alas sin vida; sin embargo, su sepulcral apariencia tomó la forma de un hombre acurrucado en el regazo de su salvador cuando la izó por completo y la tomó con más seguridad...

Era cierto que ya no oía, que su piel estaba muy maltratada como para sentir, que sus ojos estaban sellando un sueño incontable, y que a pesar de todo ello, su abrumada expresión se había tornado apaciguada: su alma se mecía el andar del varón de oscuros pensamientos.

La cruz se mantuvo enrollada por el brazo izquierdo de "la bella flor", casi cubriendo a propósito sus espinas con fin de que no rozara si quiera la delicada piel de su ángel oscuro... Quizás el espíritu del rey que formaba parte del tétrico aposento, al ver aquel panorama tan conmovedor, reconoció a su ángel músico en el titular de la catedral y quiso cuidarle de la envidia de las espinas.

{{Perdón que escriba tan poco, pero no sé qué acción hacer cuando estoy desmayada y no quiero que muera el tema, pues me encanta.}}

Tema: Re: -. Catedral Abandonada .- Sáb Mar 21, 2009 1:31 pm

**Tranquilo, con una condición de serenidad que parecía no permutarse ni en el más extremo de los casos, el hombre ahí se mantuvo, observando la acción: percibió ese aroma, un aroma muy similar al suyo, el cual tiempo antes le había llamado excesivamente la atención puesto a que estaba prendido casi en todo el bosque que circundaba el recinto; luego, ahí vió aproximarse a una criatura que parecía sacada de uno de esos cuentos, de una fantasía, tan preciosa como la bella flor caida ante sus pies; toda esa belleza oscura que sin necesidad de que Selene los iluminara con su gracia, reverberaba en los ojos de la dama...Luego, observó con desconcierto, el como ella protegía a la desfalleciente, la acobijaba en su regazo y ésta, se menguaba ante ella, buscando un sacrificio final, una ayuda que la salvara de los rios tormentosos de la muerte...Sí, ya él los podía sentir, podía percibir a esa, su eterna amiga, su fiel compañera, aproximandose con lentitud con su consorte de cuervos danzantes...más fueron retenidos por la enigmática mujer que con zarpa delicada, tan delicada como una mortal los agredió sin necesidad de dañarlos; los hizo volar de ahí, sin necesidad de causarles dolor.

Las miradas de estos dos seres de la mesurada belleza noctámbula se encontraron en el espacio vacío del lugar, más sólo duró un par de segundos, puesto a que en lo que la joven apartó la misma, él hizo lo propio, bajandola hacia su costado izquierdo causando así que un mechón de esos cabellos negros, esas finas hebras de ébano, cayó sobre su ojo derecho, haciendo que "el caminante nocturno" alzase con parcimonia su mano derecha, para llevarla con lentitud hacia dicho lugar y, con el mismo estatus calmoso, apartar el fleco utilizando para la muy delicada acción, sus dedos índice, corazón, anular y meñique...éste último, a diferencia de los anteriores, se esconde bajo la capa oscura que, luego se hace tras la oreja de dicho lado. Para los efectos, el mechón volvió a salirse de su lugar con rebeldía sin sentido, pero no fué a molestar la roja mirada del hombre, que luego siguió las acciones...Ahora observaba a la dama sobre la banqueta, recostada y dió un par de pasos hacía el frente para de ese modo ubicarse en la puerta del recinto sagrado, respirando de un modo relajado. Ahí, recostó su hombro izquierdo en uno de los pilares de la entrada del enorme lugar y tomó el bastón con ambas manos, delineando su fina figura con la yema del dedo pulgar de su siniestra, aguardando a algo que lo impulsara a volar de nuevo hacía los desconocidos, o los ya conocidos rumbos, o simplemente esperando a que algo interesante surgiera.**

((No se preocupe, milady, es comprensible la situación...Y eso nadie lo desea, realmente el tema se hace cada vez más interesante.))

Tema: Acto III: " Milagros " Jue Abr 02, 2009 2:17 pm

Offstory:
Primero que todo, les expreso mis más sentidas disculpas por la tardanza en contestar a esta hermosa puesta en escena, pero, por motivos laborales, se me ha sido imposible la conexión a mi amado mundo de líneas y versos. Así pues afirmo que ya poseo la disponibilidad de tiempo y, si no desean continuar, entenderé y no lanzaré objeción alguna.

No siendo más, prosigo con mi turno.

Mil y una rosas negras para ustedes mis lectores.

Onstory:

Acto III: " Milagros...¡Hmph! "

**Entre las lágrimas desprendidas por el tiempo mismo que construye un sin fin de pesares para la vida que está sometida a su vehemente transcurrir, aquel ser, único en esencia, guarda silencio mientras admira las heridas de aquella bella mujer que divaga entre un mar pleno de inconciencia y dolor, donde se pierde a si misma entre su sangre tibia y deliciosa; aquel liquido que desprende un delicado hedor que conjugado con el imperante en aquel recinto, dan como resultado un perfume erógeno y relajante que se escabulle entre los pliegues de las vestimentas de los presentes buscando persuadir la carne y estremecer los cuerpos. De forma repentina, un destellante rayo parte en dos el horizonte e ilumina cada confín de aquel desdeñoso bosque, incluida aquella catedral que, de forma curiosa, gracias a sus vitrales multicolor aumentan la intensidad lumínica de este, trasmutándola en millares de matices apocalípticos que moldean el cuerpo de aquel galán caballero, exponiendo entre tonalidades carmesíes un rostro en extremo fémino, pulido y perfecto, con pestañas que adornan sus finos parpados, largas y encorvadas dotadas con la negrura suficiente como resaltar de forma marcada sus orbes, cuyo color, es provisto por luz incidente vislumbrada por escasos segundos.**

“ … ”
– Con parsimoniosos movimientos, flexionando su rodilla derecha para posarla sobre el suelo y así acercar su cuerpo al de la mujer postrada en aquel madero añejo, se arrodilla y procede a despojarse de su guante diestro con suma delicadeza develando, cual bruma que se aparta para exponer un majestuoso y tétrico mausoleo, lo níveo de su piel y lo delgado y aparentemente frágil de sus dedos que terminan en puntiagudas uñas de oscuro color. –
“ Momento de pecado, momento de lujuria, pasión y milagros...¡Hmph!
– Exhala con dejos de ironía y arrogancia. -
, apropiado para el recinto donde nos encontramos. ”
– Tras sus palabras recoge sus dedos escondiéndolos entre el blanco manto de su palma, dejando sólo semi-erguidos el índice y el medio, con los cuales, justo con sus yemas comienza a repasar las heridas de aquella fémina anatomía, sin pudor y con osadía, impregnándolos con aquel liquido carmín casi coagulado para trazar un circulo justo en la frente ajena, no sin antes, apartar uno que otro hilillo húmedo de cabello con su siniestra mano. –

** Paulatinamente, el ambiente se torna denso e incomodo, mientras el perfume gana un poco de intensidad hasta volverse hastiánte y sofocante, denotándose como aquel ente oscuro arrodillado al lado de la mal herida señorita baja su rostro al son que las velas se consumen a si mismas apagando su vitalicio brillo, permitiendo, que la oscuridad y las sombras los cobijen por completo. Fue así, como en medio de la oscuridad, del miedo y de lo desconocido, se comienzan a escuchar tenues susurros cuales plegarías provenientes de todas y a la vez ninguna dirección; oraciones que van y vienen en coro, siendo dirigidas por la voz de aquel misterioso y andrógeno individuo; dicciones inteligibles para los arcanos; letanías oscuras que hablan de ángeles y demonios; de milagros y maldiciones; versos que se vieron interrumpidos por un estremecedor sonido en medio de la nada, como de porcelana al trizarse; al unísono que las heridas abiertas comienzan a cerrarse poco a poco y muy lentamente con dolor intenso; un dolor excitante; una agonía placentera. **

Cantidad de envíos : 202 Fecha de inscripción : 24/02/2009

La presión dentro de la enorme catedral se hacía cada vez más densa; el ambiente estaba cargado de olores, sensaciones, sonidos del inframundo… Un gemido se oyó entre todas esas oscuras presencias sin alma. El cuerpo de la delgada mujer se arqueaba levemente sobre la madera muerta; sus manos intentaban aferrarse a ellas en un inyectar de uñas, uñas que casi no poseía; sus ocelos se abrieron por completo en un efímero segundo y se cerraron al mismo instante: incontables lágrimas empezaban a ahogarlos, resbalaban por sus orbes manchadas de negro y se marchaban una tras otras, marcando el sucio, pero angelical, rostro femíneo.

Finalmente, después de haber sufrido una epilepsia “placentera” para algunos, abrió los ojos y vio a la oscuridad sobre ella, cortada por infinitas partículas de luz, de una caleidoscópica gama de colores. Entreabrió los labios un tanto oscuros y rojizos librando a su cuerpo de un suspiro pesado… Ladeó parsimoniosamente la cabeza hacia el joven de aura oscura; al verle al contraste de ese techo extravagante sonrió entre las lágrimas que cada vez se hacían menos: creyó estar ante un ángel.

Tendida sobre el suelo, débil, con las negras hebras dispersas bajo su cabeza, abrazando aún esa cruz espinada, con el largo vestido blanco sobre su curvilíneo cuerpo, - ¿Qué eres? - aprovechó para preguntar y así confirmar su hipótesis.