Antiguo mago, jovenes ojos.

El sol brillaba con fuerza aquel dia, dejando que sus rayos escaparan alegremente entre las nubes, iluminando ampliamente el lago y sus alrededores. La brisa y el suave viento, movian la gran masa de agua, formando pequeñas olitas, que se estrellaban contra la orilla del lago y refrescaban la hierba y el pasto que crecia abundantemente. Grandes y altos arboles, ofrecian buena sombra y sus frutos, deliciosos, caian de vez en cuando, al alcanzar la madurez. El paisaje era de por si hermoso. A lo lejos, solo podia observarse la negrura de un prufundo y misterioso bosque, y en el inmenso cielo, las aves revoloteaban en amplios circulos, observando en el lago a los peces que serian sus desayunos.

Una gran serpiente se arrastraba hacia el lago, larga y siniestra, de un color verde oscuro con un tramado de lineas negras simetricas, formando rombos. Arrastrandose suave y agilmente, pasa por encima de la pierna de un sujeto, que se encontraba sentado en el grass, con la espalda apoyada sobre un arbol grande de manzano. En sus manos, tenia uno de los frutos de aquel arbol, ya casi devorado por completo. La cabellera, se encontraba suelta, y le caia hasta la cintura, sin su caracteristico peinado, los cabellos, largos y lacios, daban la apariencia de una blanquiplateada cortina, que cubria parcialmente su rostro palido como la nieve. Sus ojos dorados como esferas de lava, estaban fijos en el lago, mientras que, con desinteres, terminaba de comer su manzana y arrojaba el nucleo a la tierra. Entonces, se puso de piecon su caracteristica tranquilidad, y las ardillas y animales pequeños que se habian acercado, le siguieron, en su caminata a lo largo del borde del bosque.

Asi pues, aquel hombre de estatura elevada, paseo tranquilamente, como buscando un lugar adecuado. El cual encontro tras unos minutos de caminata. Un pequeño claro cerca del lago, no era muy amplio, apenas era del tamaño de una habitacion, pero le parecio apropiado, pues camino entre los arboles y observo el claro desde dentro. Poco a poco, analizando todo a su alrededor...

-Esto es perfecto... -Luego, arrodillandose ante la tropa de animalitos y aves que le seguian, murmuro- Gracias por la compañia, pero ahora debo trabajar... vallan a colectar comida o a jugar por ahi...

Dijo con una sonrisa, con aquel tono de voz grave y calmo, tan caracteristico de el. Entonces, recogio una vara de madera larga y retorcida, seca por el sol y al parecer de roble resistente. Entonces, tomandola firmemente con la mano derecha, dibujo un circulo amplio en el centro del claro. Se puso de pie en el exterior del circulo, y poniendose de rodillas en el borde del circulo, coloco su mano izquierda dentro del circulo y sin pronunciar palabra, empezo a acumularse una gran cantidad de energia en su brazo. Era una energia extraña, desconocida para muchos, vibrante y cambiante. No poseia color, era como un espejismo transparente, que creava distorsiones visibles en el ambiente. Entonces, con un sonido suave y llevadero, como el de un profundo silbido, la energia se transmitio al circulo, saltando como latigos y clavandose en la tierra, y desde el centro un extraño altar circular empezo a surgir. Tallado en piedra viva, hermosamente detallado y pulido, tenia una base circular, que se hiba afinando con forme subia hasta una altura de 1.20 metros. En la parte superior, habia un disco que servia de plataforma con grabados en los bordes y a la vez era la misma mesa de trabajo. Entonces, cuando el altar estuvo terminado, el sujeto, entro en el circulo y saco una pequeña vasija de arcilla.. La vasija, vieja y desgastada, poseia unas inscripciones en el exterior, muy diferentes a las del altar. Las del altar podian claramente reconocerse como extrañas runas y grabados en diversos lenguajes, pero aquellos simbolos en la vasija, eran tan extraños, que parecian no pertenecer a ninguna lengua. Solo los Acantha podian dominar este antiguo y poderoso lenguaje. Siguiendo con su labor, el hombre saco una botella de agua, que habia llenado con agua del lago dias atras, para luego, destapar la botellita y llenar la vasija con ella. Entonces, pasando el dedo indice por los simbolos de la vasija, el agua empezo a agitarse y a retorcerse, hasta que se alzo por sobre la superficie y empezo a "bailar" como si de fuego se tratara. El agua se movia, mas brillante y transparente que antes, como si fuera un fuego liquido y hermoso, creando ondas y curvas, sin que una sola gota cayese fuera de la vasija. Entonces Exodus, se alejo un poco de la vasija, y sacando otra manzana de su bolsa de cuero, empezo a comersela mientras esperaba..

-Por que espiar, si puede preguntarse?... Por que huir si puede observarse...-Murmuro la tranquila voz de aquel hombre mientras este hacia una pausa al comer su manzana- No es necesario ocultarse...

Termino de comer lo que quedaba de la manzana y luego de arrojar el interior al fértil suelo del bosque, se dedico a esperar unos instantes más mientras aquella "flama acuática" se elevaba un poco más y cambiaba a un color platinado brillante. Al parecer era precisamente lo que aquel hombre deseaba, pues una sonrisa se dibujo en su rostro, similar a la de un niño pequeño frente a un regalo. No era algo muy espectacular visualmente, pues la llama no era demasiado alta, pero eran sus propiedades intrínsecas lo que hacía que aquel fuego sea especial.

Entonces saco una daga, oxidada, vieja y algo quebrada, y empezó a pasarla suave y lentamente por aquella flama de extraña naturaleza, dejando que las lenguas de fuego azul, lamieran su superficie poco a poco, mientras sus manos firmes sujetaban la empuñadura de la alargada arma. La flama estallo ligeramente, en una renovada energía mientras que chispas celestes y blancas salían en varias direcciones, al contacto con la hoja. Así mismo, la pieza de metal, se calentaba y enrojecía muy rápidamente, más de lo normal, incluso podría decirse que aquella pequeña flama era más fuerte que cualquier fuego que podría crearse en un fogón de herrería. Entonces, coloco la daga caliente y al rojo vivo, sobre la mesa de trabajo que había creado y empezó a golpearla suavemente con un martillo pequeño, que tenia runas e inscripciones en su estructura, mientras tanto, dejaba caer sobre la hoja, gotitas de un liquido verde embotellado en un recipiente pequeño de cristal, que había sacado de su bolsa. Apenas hacia ruido, pues en lugar de machacar la pieza de metal como muchos armeros hacen, este la presionaba y golpeaba en puntos clave, para amoldarla de forma natural, sin forzar su estructura, solo estaba dándole la forma deseada a aquella daga, que ahora, bajo el intenso calor de la flama, era tan o más moldeable que el más fino y puro oro.

-No temas, no pienso herirte a ti o al bosque... Solo necesitaba un lugar en el que trabajar en silencio... Pero te pediré que, no pises el circulo si decides acercarte, pasa por encima de el y no borres la línea... De lo contrario, todo mi trabajo será en vano...

-Si, eso puedo notarlo -dice sonriendo amablemente- A mi también me agradan las armas de filo, especialmente las espadas de tamaño medio y de una mano...

Mientras hablaba, continuaba dándole la forma a la daga, la cual, adquiría poco a poco una silueta extraña. Curva y serpenteante, como la cola de una serpiente, terminaba en una punta algo más ancha de lo usual, recordando la cabeza de esos animales, de forma triangular y espigada. A lo largo de la hoja, con forme el mago aplastaba y presionaba con el martillo, iban quedando rasgadas siluetas de líneas y trazos, curvos y entreverados, que formaban una bella trama, marcando la hoja profundamente, como finos adornos en relieve. Aquellas extrañas figuras, brillaban de un color mas encendido que el resto de la hoja, mientras lenta y diligentemente, el hombre trataba el metal con el martillo, pasándolo de vez en cuando por la flama azul, para calentarlo y devolverle la elasticidad y maleabilidad.

-Y dígame señorita, es usted moradora de este bosque o solo vino aquí a pasear y espiar viejos magos en su labor?...

Pues el bosque me brinda todo lo que necesito. Estaba tan acostumbrada a los verdes parajes que... -miró la serpenteada espada- ... que yo no pude evitar quedar admirada por esto. En realidad -continuó- espero que usted acepte enseñarme, ¡por favor! - medio cuerpo superior se inclinó hacia adeltante con las manos juntas sobre los muslos. Aún era una niña, aunque su aspecto no parecía revelarlo... se sentía apenada, el rubor en sus mejillas era notorio; era mala aprendiendo, pero lo intentaría... Claro que siempre y cuando él la aceptara.

Quedaría en esa posición hasta una respuesta. Sus platinados cabellos, al igual que los del varón, resbalaban por su espalda y sus hombros, cayendo por los lados de su fino rostro de pálido color.

-Veo mucho entusiasmo en tus ojos y en tus maneras. Eso me agrada, el entusiasmo es útil para acabar con los obstáculos...- Luego, callo unos momentos, como analizando la idea de enseñarle el tipo de magia que el conoce, y luego de unos instantes, pareció decidirse- De acuerdo. Lo haré... Pero primero debo terminar con esto...

El Muchacho, continuo trabajando en la hoja, unos momentos, hasta terminar de darle la forma apropiada. Ahora, aquella daga, anteriormente oxidada y tosca, tenía la apariencia brillante y platinada, de un arma en excelente estado. La hoja, tenía una curva impecable, sin escuadras ni asperezas, y el filo poseía un borde negruzco y vibrante, que indicaba el supremo filo de aquella arma. Asi pues, coloco aquella pieza, a un lado, y “apagó” las llamas azules, pasando el dedo índice por aquella pequeña vasija, esta vez, en sentido contrario, dejando que las llamas, regresaran a su estado liquido, pero ahora, poseían un aspecto extraño, mucho más puro y claro que el agua común y corriente. Luego, extrajo una pequeña botellita de su cinturón y la coloco sobre el altar, mientras guardaba el agua utilizada en otro frasco y dejaba la vasija secarse, boca abajo. De la botellita recién extraída, podía apreciarse que mantenía una clara aura elemental alrededor, un aura fría y húmeda. Entonces, retiro la tapa con cuidado y dejo caer algunas gotas sobre la hoja del arma, aun brillante y ardiente. En un instante, aquella hoja se estremeció, crujió y se enfrió, debido a la esencia helada que había sido aplicada sobre la hoja, la misma que ahora adquirió un color ligeramente opaco, pero más hermoso, con finas y sutiles líneas, que asemejaban ondas marinas, surcando toda la superficie de aquel metal.

-Bueno, ya esta… Cuál es su nombre señorita?...

Dijo tranquilamente el mago, mientras colocaba aquella daga en su funda, y sujetaba la vasija que había dejado sobre la mesa, para secarse, con sumo cuidado, depositándola en el interior de su bolsa. Aun, dejando la daga enfundada y la botellita con agua alquímica, sobre aquel altar, mientras esperaba la respuesta de la muchacha.